Vergüenza ajena y repulsión.

Es increíble lo que tengo que estar aguantando en este justo instante, con cuatro clientes en frente de mi cara, en mi bar, que han empezado criticando la Ley Antitabaco (con la cual no voy a entrar porque de sobra sabéis mi opinión), y han acabado hablando del maltrato y asesinato de la mujer.

Lo que he sentido ha sido asco, repulsión e impotencia.
He tenido que morderme la lengua al escuchar lindeces como que "si las matan es porque les dan más derechos a las mujeres de los que tienen", "porque el hombre antes de quedarse sin nada, viendo que les van a robar todas las perras, pues claro, las matan..."

¿¿¿¿¡¡¡¡Pero qué clase de sociedad tenemos, por el amor del cielo!!!!????

Lo único que he podido contestar, y mordiéndome muy muy mucho la lengua ha sido: "Te contestaría muchas cosas, pero entre ellas la mitad serían barbaridades.".

Confunden el maltrato, el crimen pasional, con un divorcio conflictivo (experiencia que conocía de unos amigos y por el que según este hombre, digo...este especímen estaba hablando)....Vamos, la visión sesgada y la confusión de términos. La ignorancia.

Luego también decía que antes no se veían asesinatos, y nadie se divorciaba, pero que ahora como nos daban "más libertades de las que merecemos", pues que claro, nos queremos llevar todo, y los hombres que maltratan y asesinan (pobrecitos), lo hacen por su bien, porque su mujer (arpía máxima), les va a robar todo su dinero y sus bienes, la custodia de sus hijos....
Que si él (¡él!) había tenido que fregar más que ella, (mira tú qué héroe...) cuando estuvieron trabajando fuera, porque claro, ella se iba a trabajar, y mira, él tenía que hacer también alguna cosa de casa...(¡No te jode!)

Porque claro, la mujer tiene que ocuparse de los hijos, de la casa, de atender todas y cada una de las necesidades del marido, y si también tiene que trabajar fuera, debe seguir cumpliendo sus obligaciones que como mujer y ama de casa tiene. No tendrá derecho a elegir, ni a quejarse, ni a pensar por sí misma, sólo a obedecer. Y si no lo hace, si el marido ve que se le conceden a ella más libertades de las que merece como mujer, pues claro, le tendrá que dar una buena paliza, e incluso matarla si ve que lo va a denunciar y a quedarse sin dinero o hijos, para los que tendrá, por supuesto, que buscar otra para que los cuide....
¿No es así como pensáis, malditos cerdos descerebrados?

Luego, ante mi creciente hervor de sangre, he decidido poner el Homer Automático y dejar de hacerle caso, porque sé que nada de lo que hubiese podido decirle le habría hecho cambiar de opinión o ver las cosas con más perspectiva, o simplemente dudar de lo que creía.

Imagen extraída de www.thedashgoblin.com

Podéis pensar, bueno quizá ese cliente ya era un señor mayor, pero no. Rondará los 50.

Una vergüenza.

Debemos cambiar esto. Debemos cambiar la ley, una ley REALMENTE importante. Debemos educar a nuestros pequeños en una sociedad que entienda que TODOS SOMOS PERSONAS, que quizá no todos somos buenos en todas las cosas, pero que eso no depende de nuestro sexo, si no de nuestras aptitudes.
Debemos educar con dos dedos de frente, porque al fin y al cabo el ser humano es un bicho, y hace lo que ve y aprende de sus iguales.